lunes, 4 de febrero de 2013

La siega de la hierba


bulir.
Mover. Después de sacar la empanada había que bulir el pan en el horno.
Hay que bulir el pan para que no se peguen las hogazas.

bullar.
Mondar o pelar patatas o cualquier fruta.
Bulla patatas para hacer una tortilla.

bullote.
Castaña asada y  pelada.
Le dio al niño cinco bullotes.

buraca.
Agujero sobre todo en las paredes de las casas donde se habían metido las maderas para hacer los andamios. También los agujeros de los palomares.
Había guardado la navaja en una buraca del pajar.

burro.
Armazón de madera compuesto de dos brazos que forman ángulo y un travesaño que apoya en el suelo. Sirve para sujetar y tener en alto una de las cabezas del madero que se ha de aserrar.
Lo primero sujetamos el tronco en el burro para serrarlo.

butirón
Especie de nasa que se ponía en el río por la noche y con un cebo dentro para pescar truchas.
Armó unos butirones y cogió cinco truchas.


c

cabeiro.
El del final, el último.
Dormía en la habitación cabeira.

cabezón.
Parte delantera del carro donde y mediante el sobeo se sujetaba al yugo.
Si te ponías en la trasera del carro hacías palanca y levantabas el cabezón.

cabilla
Barra de hierro de unos 20 centímetros que se metía en los agujeros del timón del arado para sujetarlo a la trasga colgada del yugo.
Perdió la cavilla y no podía arar.

cachapada.
Riego con mucha agua pero poco tiempo.
Echó una cachapada de agua a los pimientos.

cachapelo.
Criar a un animal con biberón por que no le da la madre de mamar.
Estaba criando un cordero a cachapelo.

cachapo.
Cuerno en que los segadores levaban a piedra de afilar.
El cachapo siempre llevaba una poca de agua.




LA SIEGA DE LA HIERBA
Los segadores, los que manejaban la guadaña, hacían un trabajo muy duro, pues cuando la hierba es fuerte y espesa ofrece una gran resistencia a la guadaña y exige un gran esfuerzo. De hecho cada poco dejaban el tajo, y descansaban apoyándose en el mango de la herramienta apretándose los castigados riñones. 

Dibujo de un campesino medieval usando la guadaña.


Durante buena parte del siglo XX, nuestros campesinos seguían segando de la misma manera.


Un día de siega era muy fuerte, si te dedicabas todo el día a segar. Esto era trabajo de hombres. Segar uno sólo sobre todo si tenías muchos prados era un trabajo durísimo y contratabas obreros. Se les trataba lo mejor que podías, se les daba de lo bueno lo mejor, el lomo, el jamón… la parva antes de salir de casa (aguardiente y un trozo de pan), el almuerzo a las nueve (se supone que se había empezado a trabajar a las cinco o a las seis de la mañana), lo llevaban las mujeres o los chicos y luego arramaban la hierba. Se trataba de ir esparciendo la hierba del maraño  o liñó para que se secase y poder encerrarla en el pajar. Sobre las doce se dejaba el trabajo y se regresaba a casa para picar la guadaña, descansar, comer y dormir la siesta. Las horas del mediodía eran tan calurosas que no se aguantaba trabajando. Por la tarde otra vez al tajo, antes de salir se tomaban un ponche, huevos batidos con vino blanco y azúcar, la merienda también a su hora en el prado y después la cena en casa. Se comía mucho pero se quemaba más.

Afilado

Una tarea importante para su correcto funcionamiento es el afilado o picado. Para que el filo corte suavemente la hierba de forma que el segador deba realizar menos esfuerzo hay que afilarlo cada cierto tiempo, ya que los golpes con ramitas o piedras lo desgastan bastante. Esto se realiza normalmente dando pequeños golpes al filo con un martillo especial dedicado a tal efecto, a modo de yunque sobre una especie de clavo hincado en el suelo y también diseñado para esta labor. Una forma más rápida, aunque menos eficiente con filos muy desgastados, es el uso de una piedra de afilar, que se llevaba en el cachapo.
 Los días siguientes había que dar vuelta la hierba con la horca, no era una tarea fatigosa. Una vez seca, se preparaba para  transportarla en el carro. Para ello se agordonaba, se hacían dos hileras con una separación por la que pasaría el carro. Para cargar iban varias personas, una daba la hierba  de uno y otro lado, otra se ponía en el carro para cargar, otra para  arrastrar con un rastro de madera la hierba que se desparramaba.  Era un trabajo duro ya cargarla en el carro era molesto, pero meterse en el pajar para colocarla y pisarla era tragar polvo en cantidades considerables y aunque te atabas un pañuelo al cuello y un polvo se te metía por todas partes y si el trabajo lo permitía ibas corriendo al río para lavarte y evitar los molestos picores.
Para que la cosecha fuera buena por el invierno y desde que dejaba de helar se regaban los prados siguiendo el dicho “¿dónde esta la hierba? – donde el agua invierna”. Se intentaba que los prados dieran buenos carros de hierba para que una vez recogida sirviera de alimento al ganado durante el invierno. Los buenos prados se segaban dos veces, la hierba en junio y el otoño en agosto o septiembre.



Preparados para ir por hierba



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1 comentario:

  1. me ha gustado un montón. Me ha recordado a las cosas de Castro que me contabas cuando era pequeña.

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