15. Fumazos y otras
curaciones milagrosas
fato.
Fatuo, presumido.
Era muy fato.
feje.
Haz de leña o paja.
felgos.
Helechos.
ferraña.
Alcacer. También cualquier otro tipo de forraje verde.
ferreirusco.
Herrerillo. Pájaro de unos doce centímetros de largo desde el pico hasta
la extremidad de la cola, y dos decímetros de envergadura; de cabeza azul, nuca
y cejas blancas, lomo de color verde azulado, pecho y abdomen amarillos con una
mancha negra en el último, pico de color pardo oscuro con la punta blanca, y
patas negruzcas. Es insectívoro y bastante común en España.
ferrete.
Pieza de alambre que colocada en el hocico de los cerdos se le clavaba
en el si "fozaban".
fervudo.
Bebida hecha con vino tinto, miel y unto, se toma caliente cuando hace
mucho frío.
fervurallo.
Persona que no para quieta y que siempre está haciendo algo.
figal.
Higuera.
figueira.
Higuera. Árbol de la familia de las moráceas (Ficus carica).
fiollo.
Hinojo. Planta herbácea de la familia de las Umbelíferas.
focico.
Morro, hocico.
foleco.
Saco o bolsa. En Castro también se usa para designar los avisperos en
forma de saco.
folgazán.
Vago, poco trabajador.
Era muy folgazán.
forcada.
Instrumento de labranza con mango largo que remata en dos o mas “gallas”
que puede ser todo de madera o bien tener las
“gallas” de hierro.
forcillera.
Armadija. Cepo para cazar pájaros. De alambre y con muelle.
forcón.
Instrumento de labranza hecho con una rama de negrillo o fresno de mango
largo que remata en dos brazos puntiagudos. Se usaba para subir paja al medero.
formento.
Masa de harina fermentada que se emplea para “levedar” el pan. Se
guardaba de una hornada para otra.
formigallo.
Persona que no se esta quieta.
formón.
Instrumento de carpintería, semejante al escoplo, pero más ancho de boca
y menos grueso.
fornada.
Conjunto de piezas que se cuecen en un horno de una sola vez.
fornallo.
Especie de gruta en los ríos y debajo del agua.
forno.
Horno.
fouce.
Hoz.
foucin.
Hoz.
fouzán.
Holgazán.
¡Que fouzán eres!
fouzanas.
Persona que realiza el trabajo mal, con pocas ganas y que si puede no lo
hace.
No trabaja nada, es un fouzanas.
fozar.
Escarbar con el hocico.
Los jabalís fozáron todo el prado.
freba.
Hebra de jamón.
Tenía un plato con unas buenas
frebas.
frauga.
Fragua.
En concejo se reúne junto a la
frauga.
froxar.
Acción por la que la yunta
retrocede.
fugueira.
Fuego que se hace por San Juán y que produce mucho humo con el fin de
espantar las culebras y otros animales dañinos. También a los malos espíritus.
Se quema magarza, cantroxía, romero, una goma de zapatilla, un cuerno de cabra,
fiollo, sabugueiro y otras ramas verdes para que den mucho humo.
fumazo.
Hacer humo con fines desinfectantes. Sobre unas brasas se colocan ramas
de plantas aromáticas como fiollo, romero, laurel, etc. y unas gotas de aceite
y con ello se ahuma la casa o habitaciones que se desee. También tiene un
carácter esotérico.
fumegar.
Humear.
Después de apagado el incendio aun fumega en algunos
sitios.
fumentos.
Paño impregnado en grasa o sebo que se calienta y se pone en el pecho de
los niños para curar catarros. Tenía forma de babero y se ataba al cuello.
fundeira.
Parte más baja de un terreno en pendiente. También se usa fundeiro para
designar el último.
fungarse.
Hacer ventosidades ruidosas.
fungón.
Que habla nasalmente.
fuñicas.
El que hace una labor con torpeza y
poco desarrollo.
furaco.
Agujero.
furgar.
Escarbar en el interior de [algo].
furoncho.
Tumor inflamatorio, pequeño,
puntiagudo y doloroso.
furoto.
Se dice de las nueces agusanadas.
Le regaló unas nueces todas furotas.
Fumazos y otras
curaciones milagrosas
Reproduzco un trozo de la novela “Entre Brumas” de José Aragón
y Escacena, publicada en Astorga en 1921 por Imp. y Lit. de Sierra, situada en
la calle Manuel Gullón número 14.
Sitúa el autor los hechos de la novela en la Cabrera y más
concretamente en la Baña, y en las páginas 124 y 125 dice así:
-Afumese siñore, afumese; qu’eso yia muy bueno pa eichare lla malura del
cuerpo.
Ahí es nada lo que pide de mí la pobre
Lucía. ¿que esté respirando yo el humo de una hoguera pleno pulmón, durante algún
tiempo?... Mi tenaz negativa desconsuela
a la pobre mujer; pero en su abundante caudal de recursos, acude a uno
que cree definitivo.
Cierta mañana en que me hallaba yo
procediendo a mi habitual tocado, penetra misteriosamente en mi habitación,
llevando un paquetito en la mano. Venía radiante de alegría. A su modo de
pensar aquello devolvería a mi cuerpo la salud que le hacía falta.
Más por curiosidad que por otra cosa,
abrí el paquete, y al abrirlo, mi vista se estrelló con el impenetrable secreto
de una bolsita de tela, a modo de escapulario, en cuyos lados hay una figura
desdibujada y borrosa, e imposible de descifrar.
-Yia un escrito. Llévelo puesto al pecho, y asina se vai lla malura, y
ñon le puede entrar outra.
-De modo –respondo yo- que llevando esto ¿no vuelvo a ponerme enfermo?
Ella me mira de un modo estúpido, mitad
asombro y mitad reproche. Por lo visto, y a juzgar por su cara, he debido decir
una inconveniencia. Mi duda debió sonar en sus oídos como un sacrilegio hecho a
sus supersticiosas creencias.
-Ah señore. Ñon diga eso que vay castigale Dios...Esto yia la meyore
melecina. Véndelos llas monjas d’Arlanga,
y yia cousa santa. Tién dentro un santo vangelio pa responsiare el mal. Póngalo
y verá como lle cura.
Y uniendo la acción a la palabra, y sin
hacer caso a mi blanda resistencia, desabrochó mi camisa, y momentos después,
el amuleto pendiente de una cinta azul resaltaba sobre mi pecho.